Sobre nosotros

Conoce el equipo Utopick

Una “utopía”. Eso nos parecía al principio nuestra forma de ver (entender) el chocolate, cuando transportábamos el cacao en nuestro equipaje desde Colombia y soñábamos con crear un chocolate más auténtico. Más real. Hoy Utopick es una realidad.

Nos gusta el cacao desde la perspectiva más purista, pero no renunciamos a la creatividad que permite un producto (y un alimento) tan versátil y lleno de posibilidades. Vivimos en un constante equilibrio entre ambas visiones con una certeza que atraviesa todo nuestro proyecto: el deseo de querer hacer chocolate. Chocolate auténtico. De verdad.

Capitaneados por Paco Llopis y Juana Rojas, fundadores de Utopick (el primero, maestro chocolatero, gran conocedor del mundo del cacao; la segunda, mente creativa, capaz de elevar cada tableta hasta la excelencia) vivimos el chocolate a lo grande. Disfrutándolo en cada bocado. Y queremos que tú también lo hagas.

“Juntos, creamos nuestro propio chocolate desde el principio, buscando los mejores orígenes y a través de un proceso artesanal logramos crear sabores, aromas y matices jamás degustados.”

Juana Rojas

Desde Ruzafa
hasta el mundo

Un espacio de creación

Con las manos y el corazón en cada grano, tenemos muy claro por qué nuestro proceso es uno de nuestros sellos de identidad.

Trabajamos mano a mano con el productor de cacao desde su cosecha (con unas características aromáticas y gustativas particulares) hasta nuestro obrador, situado en el emblemático barrio de Ruzafa en Valencia. Lo hacemos seleccionando el origen de cada grano, manteniendo el aroma y finura de cada semilla. En esa elección, precisamente, radica la magia y la identidad del chocolate.

Trabajamos los ingredientes de cada una de nuestras tabletas de uno en uno, con respeto, mimo y detalle y elaboramos diariamente las tabletas en nuestro obrador (que al mismo tiempo también es nuestra tienda), en un espacio de creación y cultura del cacao donde plasmamos toda nuestra pasión y toda nuestra creatividad.

Nuestros ingredientes y nuestra fórmula (sin añadir aditivos al cacao) nos hacen únicos. La sostenibilidad y la transparencia también nos definen. Nuestro chocolate artesano cuenta con las certificaciones más elevadas, con los premios internacionales más importantes del sector.

Amamos lo que hacemos. Y se nota.

¿Qué hay detrás de nuestros chocolates?

Elegimos la región de la cosecha del cacao y buscamos los matices adecuados para cada chocolate. La variedad del cacao y su origen es crucial para definir un sabor y aroma concreto.
Cada cosecha de cacao tiene unas características particulares y depende de factores climáticos (como el vino). La experiencia y saber hacer de los agricultores con los que trabajamos nos ayuda a recolectar las mazorcas (en el momento preciso), extraer los granos (beans), fermentarlos y almacenarlos de la manera adecuada. Todo suma.
Buscamos los mejores agricultores, aquellos que (como nosotros) se guían por la exigencia de un producto perfecto, y establecemos con ellos un trato entre iguales manteniendo la transparencia en el coste y el cobro.
Realizamos diferentes pruebas con semillas hasta conseguir el resultado que buscamos. No todo vale.
Pasamos al proceso de tostado, pelado y ventilado. Tostamos las semillas a la temperatura idónea para revelar todos sus aromas, y trituramos y separamos la cáscara de los “nibs” (los trocitos del grano de cacao) con los que elaboramos posteriormente el chocolate.
Molemos el “nib” para lograr el zumo (licor) de cacao mediante un proceso donde controlamos al milímetro la temperatura, la presión y el tiempo.
Es en este momento cuando añadimos los ingredientes: azúcar, manteca de cacao, otros… y logramos controlar el porcentaje de cacao deseado con respecto al resto de elementos.
En el conchado aplicamos calor para rebajar o suavizar la potencia del cacao y lograr, además, la textura que queremos conseguir.
El atemperado y moldeado que sigue al anterior paso es una de las más importantes del proceso. Debe hacerse correctamente para que el chocolate continúe mezclado una vez se enfríe, y no pierda su toque crujiente y brillante.
El toque final, distintivo, lo aporta el packaging. Vestimos nuestras tabletas a mano, dejándolas bien identificadas (listas para viajar a cualquier parte del mundo) y con una personalidad propia: única.

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